Cansados del asedio criminal, 3 mil productores de aguacate y zarzamora de los municipios de Salvador Escalante, Ario de Rosales, Nuevo Urecho y Tarétan, en Michoacán, tomaron una decisión: levantarse en armas para defenderse y defender sus tierras de los cárteles de la delincuencia.
Hoy, en estas poblaciones, una verdadera fuerza armada privada custodia la zona, erigiéndose en una autoridad paralela que quiere hacer frente a los cárteles de la droga. Con armas de alto poder, han cerrado el acceso a sus comunidades a narcotraficantes y sicarios, eligiendo quién ingresa y quién no. Y para quienes ven paralelismos con el movimiento que derrocó a los Caballeros Templarios en 2014, lo dejan en claro: no son autodefensas.
“Queremos ser muy enfáticos. Nosotros no somos autodefensas, no somos grupos delincuenciales. Aquí en la vida lo único que sabíamos manejar era el machete y el asador. Últimamente se ha visto la necesidad de adquirir algunas armas aún con el miedo de no saberlas usar correctamente”, explica uno de los comandantes.